SI NECESITAS FE, TE REGALO ESTA HISTORIA. Editorial Huésped, autoría de Handry Santana.Audio

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A continuación compartimos el siguiente escrito de una excelente maeña, artista, comunicadora, Maestra, Mercadóloga, esposa, madre y un gran ser humano, su nombre: HANDRY SANTANA*CITAMOS:
Dedicamos gran parte de nuestras vidas a quejarnos, a lamentarnos por todo cuanto no tenemos, por todo lo que entendemos merecemos o hemos perdido. En ese vaivén de angustias, en estos días meditaba sobre la vida de la mujer más valiente y extraordinaria que he conocido: CARMITA GOMEZ, mi abuela.
En su cama, condenada a muerte por una enfermedad que le robo la vitalidad sin tocar su fe, sonriente recibía la gente que iba a visitarla. Allí estaba mi vieja, le habían amputado sus dos piernas, una de ellas jamás cicatrizó. Con el dolor que humano alguno haya podido soportar.
Mi hermana, mami y yo pasábamos las noches llorando y los días tragando seco; pero ella “mamá Galla” cada vez que con lamentaciones de verla en aquel estado entraban a su pequeña habitación un familiar o un conocido, extendía sus manos y con una latita de aceite improvisaba su tambora para cantar “De colores”.
Decía: “No me vengan a llorar que yo estoy viva, y no reniego de los designios de Dios. Alégrense por mí que vivo esta prueba”. Se nos había convertido en un bultito de huesos, me quedaba al pie de su cama escuchando sus historias, sus décimas y aventuras.
Llegue a sentir sus manos acariciando mi cabeza con amor, cuando el cansancio me vencía.
Increíblemente de aquella mujer de piernas hermosas, mirada profunda, que montaba a caballo sin temor, solo quedaban recuerdos; pero su espíritu de fortaleza estaba intacto. Compartía con todos la palabra de Dios, sus escritos y canciones. Emanaba tanta fuerza que muchos iban a refugiarse en esa anciana que moría cada segundo.
Y si, la noche antes de su muerte la vimos llorar destroza por el dolor, apenas podía mover sus brazos. Nos acercamos rápido para estar junto a ella en sus últimas horas. En casa ya no había nada, ni televisión, nevera, radio o algo de valor, la enfermedad se lo había llevado todo, nos quedaban nuestras camas y las pailas vacías. Con la voz a medias nos explicó tenía todo listo.
Había pagado su caja y entierro, tenía su vestido blanco guardado desde hace meses y el cintillo que quería ponerse en su cabeza. Pidió quedarse con mami orando hasta el final y que mi hermana y yo resolviéramos los detalles humanos de su partida.
Cerró sus ojos alabando al señor y dando gracias. La cargue en mis brazos y la bañe como a una niña, sentimos el olor a Jazmín que envolvió toda la casa. Su rostro tenía estampada una sonrisa tan hermosa, que ese día ninguna pudimos llorar.
Es difícil para mí hablar de esta historia; pero en un mundo que gira en torno a la vanidad, la avaricia y la desesperanza es necesario saber que cerca de nosotros hay historias formidables de fe.
El legado de Carmita Gómez se quedo no solo en nuestros corazones, también en las decenas de jóvenes que con su arte alegró, en los tantos creyentes que aprendieron con ella el valor de la fe.
En memoria de mi abuela: Libre escritora, decimera, compositora, cantante, actriz, bailarina…ella nunca lo supo. Bendiciones!!-termina la cita.
Si desea tener acceso a más historias como ésta visita a la autora en sus redes sociales bajo el usuario: Handry Santana.
Hasta un próximo comentario.

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